Proteínas neurológicas |
Los
especialistas, sin embargo, no se ponen de acuerdo sobre la
conveniencia de realizar campañas de detección precoz, dado el
peligro de falsos positivos y que todavía no existe un tratamiento
preventivo eficaz. Los síntomas serían déficits cognitivos
(asociados a un bajo cociente intelectual), desórdenes emocionales y
pérdida de motivación y de habilidades sociales. Un grave problema
para su identificación es que coinciden con la adolescencia, una
época turbulenta en el desarrollo de cualquier persona y asociada a
cambios en el cerebro. Algunos estudios han correlacionado la
maduración tardía desde el primer año de vida y el bajo cociente
intelectual a la enfermedad, y uno ha predicho en adolescentes los
brotes con años de antelación, en un porcentaje significativo.
En los
últimos años y a la luz en los avances en el conocimiento de la
neurobiología de la enfermedad a través de la denominada “hipótesis
del neurodesarrollo” surgió una idea sencilla: Si la enfermedad es
causada por factores que la determinan mucho antes de que comience,
tal véz existan indicadores de riego o síntomas previos que puedan
indicar quienes son las personas que están en riesgo de padecer la
enfermedad. Para ello se han desarrollado en todo el mundo programas
de “detección precoz”. En los mismos se estudia en forma
sistemática a personas que tienen ciertos síntomas que las ubican
como “sujetos en riesgo” con el objeto de detectar signos
tempranos de inicio de la enfermedad. Cómo en toda la medicina,
cuando más precoz es el diagnóstico, mejores van a ser los
resultados del tratamiento.
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