La
existencia de un mayor riesgo de padecer esquizofrenia en varones que
en mujeres, señalada ya por Kraepelin, ha sido una cuestión
controvertida.
Históricamente
se aceptaba que la incidencia y la prevalencia de la esquizofrenia no
mostraban diferencias entre varones y mujeres; estudios más
recientes, sin embargo, sugieren que hay diferencias de género en el
riesgo de padecer la enfermedad.
Un
metaanálisis de Aleman halló una ratio varón/mujer de 1,42, y
también evidenció que con criterios más restrictivos para el
diagnóstico de la esquizofrenia, el número de mujeres excluidas de
la definición era mayor que el de varones.
Las
diferencias en la edad de inicio es el hallazgo más replicado en los
estudios sobre las diferencias de género en la esquizofrenia. La
mayor parte de los varones desarrolla la esquizofrenia entre los 15 y
25 años. Para las mujeres el período de inicio máximo está entre
los 15 y 30 años, con otro pico de inicio de la enfermedad entre los
45 y 50 años (coincidiendo con la posmenopausia). Las diferencias de
género en la edad de inicio también han sido replicadas en diversas
culturas y utilizando diversos sistemas diagnósticos.
Las
mujeres tienen más riesgo familiar de esquizofrenia, y además se ha
hallado que las diferencias de género en la edad de inicio no
existen en el subgrupo de pacientes con historia familiar de
esquizofrenia.
El
riesgo de complicaciones obstétricas en función del género es una
cuestión controvertida, aunque la mayoría de estudios evidencia que
en los varones es más frecuente. Además, Gureje y Badimele
encontraron que las mujeres con una edad de inicio temprana habían
tenido con más frecuencia complicaciones obstétricas que las
mujeres con una edad de inicio tardía, mientras que los varones, con
una edad de inicio temprana o tardía, habían presentado
complicaciones obstétricas con una frecuencia similar.
Los
estudios que analizan la influencia del género en la sintomatología
hallan resultados controvertidos, ya que no todos los estudios
encuentran diferencias. Cuando se encuentran diferencias, lo son en
el sentido de que las mujeres tienen más síntomas afectivos y menos
síntomas negativos que los varones.
Por
lo que respecta al pronóstico del trastorno, la mayoría de estudios
ha hallado que tanto el curso de la enfermedad medido en número y
duración de ingresos a corto plazo (hasta 10 años), como el
funcionamiento social medido con variables sociodemográficas, o
elestado civil y la situación laboral, así como con escalas
específicas son más favorables en mujeres.
Otras
diferencias que se han encontrado en diversos estudios, y que es
necesario a tener en cuenta respecto a la evolución del trastorno,
son que las mujeres tienen un mejor funcionamiento premórbido; han
estado expuestas a más acontecimientos vitales y presentan una menor
frecuencia de abuso de tóxicos.
Siempre había pensado que no existía ningún tipo de diferencias de sexo en este tipo de enfermedades. Muchas gracias por la información
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