Sigue siendo todavía en muchas ocasiones, “teniendo que ganar” el respeto profesional. Esta profresión pasó de ser charlatanes y oportunistas a ser el principal objeto de la “corriente filosófica”, conocida vulgarmente y cada vez más aceptada, ponga un psicólogo en su vida. Desde mi punto de vista, la visión simplista que en ocasiones acompaña a esta imagen social se encuentra favorecida por la “psicologización” de la propia vida, de cada suceso e hito evolutivo contemplado como objeto de tratamiento.Como bien sabemos, no todos los “problemas” son susceptibles de tratamiento psicológico, no vale todo.
Los
psicólogos son técnicos especialistas en la evaluación,
funcionamiento y manejo de los problemas emocionales y contamos con
potentes instrumentos para llevar a cabo nuestro trabajo con una
elevada eficacia. Estas garantías atienden a datos obtenidos de la
investigación y avalan cada una de las intervenciones del psicólogo
profesional.
Estre
trabajo no se apoya en subjetividades ni avanza en base a la práctica
indiscriminada del ensayo-error. Muy en contra de esta idea,
disponemos de una sistemática de trabajo que nos respalda y guía
para dar el siguiente paso. Hay una secuencia de etapas o fases de la
terapia, a nuestro esquema o esqueleto de trabajo dotado de
significación.
Ser
honestos con esta profesión y con los clientes implica respetar cada
parte del proceso y aplicar nuestros conocimientoscon criterio, es
más, con criterio científico. Hacerlo de este modo nos da la
seguridad de que vamos por el camino adecuado.
Cuando
se evalúa empleando los procedimientos seleccionados al efecto y
desplegando las habilidades de los terapeutas para obtener la
información pertinente, se llega a estar en disposición de emitir
una valoración al cliente. En la fase de planteamiento de la
hipótesis, se desenvuelve cada dato recabado y facilitado por el
cliente en torno a su problemática, y se hace encuadrándolo en una
estructura lógica y organizada, contemplando cada una de las
variables que interactúan. Se hace partícipe al cliente de la
existencia o no del problema emocional como tal, la posible
explicación del origen del mismo en caso de que dicho problema
emocional sea real y se acota su funcionamiento actual, cómo y por
qué dicho problema se mantiene en el presente. Tras el análisis de
la funcionalidad y su explicación al interesado, éste contempla su
realidad empleando otras lentes y puede, en la medida en que conoce
el funcionamiento del problema, advertir el objetivo terapéutico y
las posibles vías de acceso para incidir sobre el problema.
La
forma, el método empleado o la técnica adecuada para lograr el fin
que se persigue la escoge, como no podría ser de otro modo, el
técnico y especialista, el psicólogo. En virtud de diferentes
niveles realiza la toma de decisiones terapéuticas y propone un plan
de trabajo. En este punto sabemos qué está ocurriendo, la hipótesis
sobre el origen, cómo funciona y por qué se mantiene dicho problema
emocional. Es más, el cliente conoce toda esta información, tenemos
objetivos comunes y contempla la problemática desde la misma
perspectiva lógica que el clínico.
Las
técnicas seleccionadas por el psicólogo que componen el paquete
terapéutico para cada caso son específicas y se ajustan a las
características de la persona, al análisis funcional de su problema
emocional y están avaladas por datos experimentales. Su adecuada
selección, gestión y aplicación, junto con la consideración del
resto de variables facilitadoras e intervinientes, precisan de una
formación específica y especializada del técnico.
Desde
mi punto de vista, el respeto a la profesión debe contemplarse en
cada uno de los profesionales que la componen, en cada persona que
ejerce su trabajo, exigiéndose y exigiendo al colectivo un desempeño
eficaz y adecuado.
A los 20 años tuve mi primera crisis tengo 62 y cuatro internamientos serios , después de 5 años de tomar medicación post recaídas, he dejado la medicación, pero he asistido al psicólogo siempre mínimo 1 vez al mes, para ver como va mi mente..
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