La investigación de
la Esquizofrenia ha avanzado notablemente en el último siglo. Desde que
Kraepelin acuñara el término de “demencia precoz” para referirse a esta
enfermedad, han sido numerosos los avances que se han realizado en los
distintos campos de la medicina en relación a la biología subyacente al
trastorno. Pese a ello, la etiología y fisiopatología apenas han sido aclaradas.
La historia de la investigación de la Esquizofrenia está llena de pasos en
falso y teorías abandonadas. Incluso en la actualidad, a pesar de las numerosas
publicaciones anuales que se realizan son pocas las que aportan datos
relevantes. Este artículo tiene como objetivo revisar los principales hallazgos
realizados hasta la fecha y las teorías con más peso en la concepción actual de
la enfermedad.
Actualmente la investigación tiende a plantear la
Esquizofrenia como una enfermedad del neurodesarrollo, en la que el proceso
patológico ocurriría durante el desarrollo cerebral mucho antes que las
manifestaciones clínicas (Yui et al., 1999; Laruelle et al., 2003). Los eventos
del desarrollo incluyen diferenciación y migración de precursores neuronales,
proliferación de dendritas y axones, muerte celular programada o apoptosis y
poda sináptica (Ashe et al., 2001).
La teoría del neurodesarrollo
postula que, al menos una parte de los esquizofrénicos tendrían un trastorno
como resultado de una alteración producida durante el periodo del
neurodesarrollo y cuyo origen sería genético, ambiental o por una combinación
de ambos. Dicha lesión temprana interactuaría con el proceso de maduración
normal del cerebro, sobre todo en áreas corticales relacionadas con la
respuesta a situaciones de estrés en el adulto, lo cual daría lugar a la
aparición de los síntomas tras un pequeño periodo silente en la adolescencia
tardía y en los adultos jóvenes (Lewis y Levitt, 2002). Este modelo lo que
postula es que una predisposición genética aunada a agentes ambientales
tempranos (infecciones virales y procesos inmunológicos entre otros) produciría
alteraciones en el neurodesarrollo que llevarían a un control cortical
deficiente de la actividad dopaminérgica subcortical y el estrés lo que haría
sería sensibilizar este sistema, que ya está funcionando mal desde el primer
día, para en algún momento producir lo que nosotros conocemos como episodio
psicótico.
El daño neuronal también podría estar mediado por procesos de
excitotoxicidad, genéticamente programados o provocados ambientalmente. Si
estos procesos ocurren en etapas tempranas del desarrollo, antes de que las conexiones
sinápticas se completen, provocan un estado de disconectividad del córtex
cerebral que da lugar a síntomas de Esquizofrenia (Stephan et al., 2006). Así,
algunos autores afirman que la ausencia de gliosis en las cortezas cerebrales
de los pacientes con Esquizofrenia no descarta un proceso neurodegenerativo,
pues podría haber una pérdida neuronal por apoptosis (Lieberman, 1999).
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